El primer (y seguramente último) concierto de Anouschka Shankar en Almería
Hay ocasiones en las que uno se avergüenza de pertenecer a cierto grupo, ciudad o nación, y esta es una de ellas. La ocasión para la vergüenza ajena tuvo lugar en Almería la noche del 6 de Julio, con la ocasión del concierto de Anouschka Shankar, hija del famosísimo Raví Shankar, una fabulosa sitarista (en cristiano: intérprete de sitar) que es capaz de hacer cantar ese instrumento de una forma tan hipnótica que es prácticamente un orgasmo auditivo; claro, siendo su padre quien es, se comprende que la niña haya salido así.
Pues bien, la Plaza de la Catedral de Almería fue el hermoso escenario del (intento de) concierto de Anouschka Shankar y su grupo. Podría haber sido maravilloso, y de hecho la música lo era, nada que reprochar a los músicos (en todo caso a los técnicos por los más de 30 minutos de retraso); el problema es que para disfrutarla, sobre todo cuando se trata de una música como la que interpreta Anouschka, con tantos matices y pasajes tan calmados, hace falta un mínimo de silencio, cosa que ella misma pidió al público al empezar el concierto. Pero el gentío no estaba para delicadezas, sobre todo si pensamos que en la Plaza de la Catedral había un bar abierto, que de seguro estaba haciendo su agosto; mientras fluyan las cervezas y las tapas ya se puede caer el mundo y ya puede estar tocando la familia Shankar al completo, Michael Jackson o incluso Tamara, que la española costumbre de hablar a gritos no ha de perderse. Tampoco se reprimen ante los gestos de silencio de las personas interesadas en escuchar; la vida es muy corta para molestarse un poco por los demás, hay que aprovechar para hacer lo que a uno le venga en gana y que nos quiten lo bailao, ¿no es eso?
Pues así pintaba la noche, la intérprete haciendo gestos de vez en cuando a su equipo, en apariencia para indicarles que había demasiado ruido y que subieran el nivel de salida (en resumen, parecía tener un cabreo de aquí al Ganges), y la plaza llena de centenares de garrulos, porque no se me ocurre otra palabra más apropiada, que no tenían nada mejor que hacer que venirse a hablar de sus cosas junto a otros centenares de personas que intentaban escuchar el concierto discerniendo a duras penas la música de entre el barullo armado por los garrulos mencionados anteriormente. El momento más sangrante, de esos en los que dan ganas de subir a una azotea con un rifle y gastar una broma pesada, fue cuando uno de los transeúntes que no tenían otro lugar mejor para hablar que al lado del público de un concierto se puso a hablar por teléfono, por supuesto a voz en grito, porque la música le dificultaba escuchar la conversación; el momento, como decía, fue cuando dijo algo como: "oye, voy a cortar que no me estoy enterando del concierto".
Bueno, digo yo... ¿Tanto cuesta tener un poco de respeto por los demás? ¿Tan difícil es darse cuenta de que ese no es un lugar para ponerse a hablar porque hay que guardar silencio durante la actuación? ¿No hay más calles y plazas en Almería para ir a charlar con los colegas?
Desde luego, si no somos capaces de hacer algo tan sencillo como comportarnos en una situación así, apaga y vámonos. Yo me apeo del mundo porque me da vergüenza ajena; al menos si ser español supone no saber comportarse y hablar a voz en grito en lugares públicos, pues majo, menudo orgullo; yo no sé qué hago aquí. Y dicho y hecho, tuve que irme porque las voces y las ganas de matar aumentando, que decía Homer Simpson, me impedían escuchar la preciosa música de Anouschka Shankar.
Y lo siento por la penosa impresión que imagino que se habrán llevado los músicos, que de seguro no estarán deseando repetir la experiencia.
Pues bien, la Plaza de la Catedral de Almería fue el hermoso escenario del (intento de) concierto de Anouschka Shankar y su grupo. Podría haber sido maravilloso, y de hecho la música lo era, nada que reprochar a los músicos (en todo caso a los técnicos por los más de 30 minutos de retraso); el problema es que para disfrutarla, sobre todo cuando se trata de una música como la que interpreta Anouschka, con tantos matices y pasajes tan calmados, hace falta un mínimo de silencio, cosa que ella misma pidió al público al empezar el concierto. Pero el gentío no estaba para delicadezas, sobre todo si pensamos que en la Plaza de la Catedral había un bar abierto, que de seguro estaba haciendo su agosto; mientras fluyan las cervezas y las tapas ya se puede caer el mundo y ya puede estar tocando la familia Shankar al completo, Michael Jackson o incluso Tamara, que la española costumbre de hablar a gritos no ha de perderse. Tampoco se reprimen ante los gestos de silencio de las personas interesadas en escuchar; la vida es muy corta para molestarse un poco por los demás, hay que aprovechar para hacer lo que a uno le venga en gana y que nos quiten lo bailao, ¿no es eso?
Pues así pintaba la noche, la intérprete haciendo gestos de vez en cuando a su equipo, en apariencia para indicarles que había demasiado ruido y que subieran el nivel de salida (en resumen, parecía tener un cabreo de aquí al Ganges), y la plaza llena de centenares de garrulos, porque no se me ocurre otra palabra más apropiada, que no tenían nada mejor que hacer que venirse a hablar de sus cosas junto a otros centenares de personas que intentaban escuchar el concierto discerniendo a duras penas la música de entre el barullo armado por los garrulos mencionados anteriormente. El momento más sangrante, de esos en los que dan ganas de subir a una azotea con un rifle y gastar una broma pesada, fue cuando uno de los transeúntes que no tenían otro lugar mejor para hablar que al lado del público de un concierto se puso a hablar por teléfono, por supuesto a voz en grito, porque la música le dificultaba escuchar la conversación; el momento, como decía, fue cuando dijo algo como: "oye, voy a cortar que no me estoy enterando del concierto".
Bueno, digo yo... ¿Tanto cuesta tener un poco de respeto por los demás? ¿Tan difícil es darse cuenta de que ese no es un lugar para ponerse a hablar porque hay que guardar silencio durante la actuación? ¿No hay más calles y plazas en Almería para ir a charlar con los colegas?
Desde luego, si no somos capaces de hacer algo tan sencillo como comportarnos en una situación así, apaga y vámonos. Yo me apeo del mundo porque me da vergüenza ajena; al menos si ser español supone no saber comportarse y hablar a voz en grito en lugares públicos, pues majo, menudo orgullo; yo no sé qué hago aquí. Y dicho y hecho, tuve que irme porque las voces y las ganas de matar aumentando, que decía Homer Simpson, me impedían escuchar la preciosa música de Anouschka Shankar.
Y lo siento por la penosa impresión que imagino que se habrán llevado los músicos, que de seguro no estarán deseando repetir la experiencia.
3 Comments:
Que pena que la gente maleducada no se quede más tiempo en sus casas... Por cierto, una nueva aportación: http://www.cuatro.com/multimedia/
En la parte inferior de la web hay una entrada que dice:
"Soy el que más sabe...
Miguel Herrero ha vuelto.
El primer gran campeón del programa se metió en las semifinales...". Atención a la palabra siguiente a 'semifinales'... Con el daño que hace a la vista, ¿cómo es que el periodista responsable no se da cuenta? Otro ejemplo más de error ortográfico importante en uno de los medios más famosos.
Aníbal
Pues si, opino exactamente lo mismo. Es una verdadera lástima lo que ocurre en Almería, ciudad en la que los eventos culturales, conciertos y demás suceden escasamente. Siempre hay unos cuantos que agradecen el hecho de que el ayuntamiento promueva este tipo de actividades y asistimos con la intención de disfrutar el momento, pero como bien dice el amigo Ahe, se juntan los cuatro palurdos (que más que cuatro son cuatrocientos) y ale! a armar jaleo que estamos de fiesta veraniega!! Mi opinión es la que supongo que tiene mucha gente amante de la buena música, esta gente que no respeta ni a los músicos ni a los que van a verlos, son simplemente gente que dice:-Huy, un concierto gratis, vamos pa´llá a ver que es.- Y ya está, porque como algo sea gratis, puufff!! Aunque tiren bombas oye, que ahí están todos marujeando y como a ellos les da igual lo que es, pues no importa si hay ruido ambiente acompañando a la música.
Yo estuve en ese concierto y la verdad, no conocía a esta intérprete del sitar (quizás peco de inculta musical, pero la verdad es que escucho cosas muy diferentes y algo se me tiene que escapar). Pues bien, que estuve allí y me pareció increíble el talento de esta gente a pesar de los problemillas de sonido y todo eso. Y bueno, creí que quizás yo estaba situada al lado de un grupo de imbéciles que querían fastidiarme el concierto pero veo que no fuí la única que se quejaba de ésto.
Por cierto, es que si no lo digo reviento: ¡Dónde leches estaban los carteles para el concierto de Joe Satriani??!! Dios miiiiío!! Yo lo supe hace meses pero me parece muy fueeerrrte que no pongan ni un cartel, o si lo hubo, que alguien me lo diga, yo no he visto nada. Es que vi un montón de carteles para el colega éste que canta el "opá, viasé un corral..." y hasta para el "Chivi", pero nada de Satriani, es que es para llorar.
Y ya por último, he recordado un anécdota reciente que vivi en el cine y también tengo que contarlo. Trata sobre los buenos modales de los ciudadanos almerienses de los que hablábamos anteriormente, aunque teniendo en cuenta que Almería está plagada de esa especie nueva tan bonica y tan de moda cuyo modo de vida es ser lo más calorro, maleducado, ignorante y cenutrio que puedas. Su máximo orgullo es molestar y ofender a cuanta más gente mejor. Pues si, me encontraba yo viendo una peli en el cine con mis amigos cuando nada más empezar se empiezan a oír comentarios en voz alta y carcajadas. Primero piensas que son gente normal, claro, que ahora se callarán, pero nooo!! Ellos continúan con sus gritos y carcajadas y cuando ya vas casi por la mitad de la peli claro, todo el cine está pendiente de ellos, algunos diálogos (de la peli quiero decir), ni los entendías. Descubrimos que están sentados en las escaleras porque evidentemente, se han tenido que colar en la sala de algún modo, y mejor aún, están fumando!! Si señor, fumando. Se empiezan a escuchar unos "Sssssshh" por todo el cine y la respuesta de un espécimen de esta "raza" tan bonica (en este caso era de género femenino) fué: -Me van a tocar el ****-
En fin, para que molestarse más describiendo la situación, si estamos hartos de vivir cosas parecidas a diario en ésta, nuestra ciudad.
Sólo quería hacer un breve comentario pero no he podido evitar decir todo ésto. Y respecto a las pifias, tengo que decir que son buenísimas! Sobre todo "embiar", esa me ha dejado traumatizada de por vida, Dios mío!!
Nada más, sólo enviar un saludo a Ahe y a quien lea este blog que dice verdades como puños, jeje!!
Sonja
Tú lo has dicho: vaya panda de garrulos!
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